📍 Distancia: 26,5 km | 🕖 Duración aproximada: 7 horas | 🥾 Dificultad: Moderada | 🚩 Ruta: GR-124 / Senda Real / Camino de Santiago de Madrid
🪪 Credenciales: Sellado en Colmenar Viejo y Manzanares el Real
Crónica del Camino:
Dormía plácidamente cuando una llamada interrumpió el silencio de la mañana. Al otro lado, una voz clara y decidida me sorprendió:
—Me llamo Erika, y me gustaría hacer el Camino de Santiago.
Aún con voz de café sin azúcar, le expliqué que estaba grabando los tramos para luego organizar una ruta grupal. Silencio. Pero de esos que no incomodan… sino que anuncian. Y entonces, su frase tajante:
—Pues mañana seremos dos grabando ese tramo.
Así, sin preguntar, sin pedir permiso. Como si el Camino la hubiera elegido a ella… o a mí.

Comienza la ruta
A la mañana siguiente, el cielo parecía en pausa y nosotros puntuales. Frente al hotel Eurostars, tomamos la pista junto al carril bici, donde nos saludaron las primeras flechas amarillas del día. Nos adentramos en la dehesa que abraza el arroyo Tejada. A lo largo del día lo cruzaríamos no una, ni dos, sino ¡once veces!, como si el río jugara al escondite con nosotros, entre mojones de piedra que a veces resbalaban con la gracia de un chiste mal contado.
Las charlas con Erika fluían como si lleváramos siglos sin hablar y una eternidad por delante. De vez en cuando parábamos para que yo anotara curiosidades, o mejor dicho, ella me esperaba con una paciencia celestial mientras yo hablaba con piedras, árboles y ruinas. Cada mojón nos hablaba: “Faltan 642 kilómetros”, decía uno en Colmenar. A cada paso, las Cinco Torres de Madrid se alejaban, como un pasado que ya no nos pertenecía.
Al llegar a Colmenar Viejo, el cemento reemplazó al polvo y la carretera nos llevó cuesta arriba hacia la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora. Alta, gótica, silenciosa. Allí, entre gárgolas de piedra y un retablo que te deja sin aliento, sellamos nuestra credencial. Fue entonces cuando Erika preguntó:
—¿Crees que Santiago realmente está al final del camino?
—Creo que Santiago está en cada persona que se cruza en él, respondí, sin saber si hablaba del apóstol… o de ella.
Tras una parada refrescante cerca de la iglesia —un Aquarius con sabor a confidencia— salimos de Colmenar por la Colada de los Gallegos, mientras la Sierra de Guadarrama comenzaba a asomar con su perfil de leyenda.

El puente medieval y la promesa del Yelmo
Y entonces, el Puente del Batán. Una joya del siglo XVI sobre el río Manzanares. Las ruinas del viejo Molino-Batán nos ofrecieron sombra y bancos para un festín improvisado. Erika sacó unos frutos secos y yo una empanada que, milagrosamente, seguía entera.
Seguimos camino flanqueados por vacas que nos miraban con expresión de filósofos rumiantes. La subida final hacia Manzanares nos recordó que el Camino también es de piernas… pero la recompensa fue celestial.
Allí estaba: El Yelmo, dorado por el sol del atardecer. La Pedriza, rugosa y orgullosa. El embalse de Santillana, espejo de todo lo que habíamos vivido. Disparamos fotos como si fuéramos paparazzi de la naturaleza. Más de 200… sin exagerar.
El brindis en Manzanares
Ya en el pueblo, Erika alzó una cerveza helada como quien alza una espada:
—Buen camino, compañero.
—Buen camino, Erika.
Nos despedimos frente al Castillo de los Mendoza. Pero antes de que el sol terminara de esconderse, su pregunta quedó flotando:
—¿Y cuándo es el próximo tramo?
La sonrisa se me escapó antes de responder.
Lo que debes saber:
- Sellos disponibles en: Iglesia de la Asunción (Colmenar Viejo), Ayuntamiento y Policía Local (Manzanares el Real).
- Puntos destacados: Dehesa del arroyo Tejada, Basílica de Colmenar, Puente del Batán, Castillo de los Mendoza, vistas del Yelmo y La Pedriza.
- Recomendaciones: Llevar agua abundante, comida ligera, calzado con buen agarre para los pasos del río, y… ganas de conversar.