Capítulo 7: De Arzúa a Pedrouzo

Abuelas, musgo, cartas del destino… y la lectura que detuvo el tiempo

🌙 Una noche de calma antes de la emoción

Tal vez la noche en Arzúa fue la más serena de todo el Camino.
No hubo necesidad de preguntar a qué hora nos encontrábamos para desayunar.
Todos aparecimos puntuales, mochilas listas, corazones al compás.

Cada uno se acercaba a la barra del bar con paso tranquilo, como si repitiera un ritual sagrado.
Allí nos esperaba una abuela gallega que, con sonrisa de madre y alma de peregrina, nos sirvió el desayuno.
A cada “buenos días” respondía como si fuéramos nietos que regresaban del mundo.

Nadie se fue sin una mirada tierna, sin una despedida que tocara el alma.


🥾 Últimos pasos, primeros silencios

Cruzamos Arzúa hasta que el cartel amarillo nos volvió a poner en ruta.
Una bajada pronunciada nos entregó al Camino una vez más.

El día era raro. No llovía… pero tampoco prometía buen tiempo.
Casi todos caminábamos en silencio.
Nos esperaban 20 kilómetros. Los últimos antes de la meta.

La lluvia, fiel compañera, se hizo presente.
Pero ya no nos sorprendía: la recibimos como quien saluda a un viejo amigo.


🌿 Encuentros inesperados

Entre el verde húmedo y los aromas de Galicia, tres jóvenes aparecieron de entre la vegetación:
—“¡Hola, buenos días!” —dijeron sonrientes.
Yo, con sorpresa, solo atiné a preguntar:
—“¿De dónde salen ustedes?”

Los bautizamos: Luis y sus amigos, de San Martín de Valdeiglesias.
Habían salido de Sarria un día después que nosotros… y dormían en el propio Camino, improvisando refugios.
Me contaron de sus vivacs en la Sierra de Guadarrama, de la historia de España, de reyes, montañas, cultura y juventud.
Conversamos kilómetros enteros.
Hasta que una parada técnica nos separó.

A las 11 h alguien dijo:
—“Paremos a tomar un café con leche. Así el tiempo corre más lento.”

Y así fue. Cada minuto se volvió un tesoro.


🧱 Piedras que hablan

Al pasar por pequeñas aldeas, muchos tocaban las piedras mojadas de las casas.
Querían llevarse el Camino en los dedos.

Y cuando ya Pedrouzo se veía a lo lejos, sonó mi móvil.
Un número desconocido.
Una voz dulce y pausada dijo:
—“¿Gerardo?”
Respondí sin pensar:
—“¿Eres el amor de mi vida que me está buscando?”

Y entre risas y complicidad, Nita, la simpática recepcionista que nos esperaba en Pedrouzo, jugó el juego:
—“El amor de tu vida quiere saber a qué hora llegas para darte el recibimiento que te mereces.”

La ciudad apareció.
Nos invadió una mezcla de alegría y tristeza.
Era nuestra última morada antes de la meta.


🏨 Una bienvenida con nombre

Al llegar al hotel, una voz sonó fuerte y clara:
—“¿Dónde está mi enamorado?”
Las risas del grupo fueron inmediatas.

Nita se presentó. Sonrisas, bromas, simpatía espontánea.
Antes de subir, me dijo:
—“Después de las 22 h paseo los perros. Tal vez sea un buen momento para charlar…”

Yo solo sonreí.
Bajé las escaleras del hotel con el corazón más liviano.


⛪ Una lectura desde el alma

A las 19 h, como cada día, la misa del peregrino nos esperaba.
En el camino, Raquel me había confesado su ilusión:
—“Me encantaría leer una de las lecturas en misa…”

Al recordarlo, le pregunté si seguía con esa ilusión.
—“Sí… pero ya es tarde,” respondió.

Me acerqué a una de las monjitas.
Con mirada tierna, me dijo:
—“Por supuesto, que se acerque.”

Regresé a Raquel, y le dije con una sonrisa:
—“Habemus lectura.”

Cuando se acercó al atril para leer el salmo… el tiempo se detuvo.
Toda la capilla la escuchó con el corazón.
Fue un momento íntimo y sagrado.
Uno más para guardar en el alma.


🌮 México en Galicia y un sello especial

Esa noche fuimos a cenar a un restaurante mexicano.
Allí, al pedir el sello del peregrino, nos lo entregaron con cera caliente.
Dos de nosotros elegimos el mismo.
Leímos su significado… y nos miramos a los ojos con complicidad.
El Camino estaba sellado también en el alma.


🌙 Una última caminata… y un guiño del destino

Al volver al hotel, cada uno fue a su habitación.
Yo, como siempre, salí a caminar unos minutos por Pedrouzo.
Y en la lluvia tenue, entre faroles y silencio, vi una figura acercarse.

Era Nita, con dos perros.
—“Son las 22 h,” me dijo con una sonrisa.

—“¿Tenemos más integrantes en la familia?”
—“Sí. Suegro, suegra… y dos cuñados,” respondió entre risas.

Me pasó una correa.
—“Este te toca a ti.”

Caminamos. Hablamos. Y como ya sabes…

Lo que sucede en el Camino, queda en el Camino.

Mañana nos espera una jornada nueva.
La última.
Pero esa… es otra historia.


📍Curiosidades de Pedrouzo (según la guía del mayorista):

  • Pedrouzo es la última gran parada antes de llegar a Santiago.
  • Tiene todos los servicios para el peregrino: bares, farmacias, albergues, tiendas.
  • Su nombre oficial es O Pino, pero todos la conocen como Pedrouzo.
  • Es un lugar ideal para descansar antes del gran día.
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