Capítulo 8: De Pedrouzo a la Plaza del Obradoiro

La llegada soñada a Santiago de Compostela

🌌 La última noche, la más serena

La noche en Pedrouzo fue distinta a todas las anteriores.
Una calma mágica envolvía el albergue.
Cada uno se levantó a su ritmo, sin apuros, como si el corazón supiera que el día no podía comenzar corriendo.

Olga, nuestra compañera de ruta, fue la primera en partir.
Se despidió uno a uno, con abrazos que dolían de tan hermosos.
Quería hacer el último tramo en soledad.
La respetamos.
El Camino también es eso: saber cuándo caminar acompañado, y cuándo volar solo.


🌿 La mañana nos recibe llorando

La lluvia fue la primera en saludarnos.
Pero ya no era enemiga: era cómplice.

Salimos equipados, avanzando por los senderos verdes de Galicia, bajo una lluvia tenue que parecía llorar junto a nosotros.
Alegría y tristeza caminaban de la mano.
Cada paso era un agradecimiento. Cada suspiro, una plegaria.

No había cansancio.
No había apuro.
Había gratitud. Pura y absoluta.


🌧️ Lluvia que lava el alma

A medida que avanzábamos, el silencio se hacía más profundo.
Cada uno de nosotros se refugiaba en su propio corazón.

Vi lágrimas.
Vi sonrisas bañadas por la lluvia.
Vi a Almudena, detenida en medio del camino, con los brazos abiertos, mirando al cielo, abrazando la vida.

Sergio, nuestro Párroco, caminaba en silencio, siempre paciente, siempre protegiendo con su sola presencia.
Manuela, firme, serena, como si la lluvia la fortaleciera.
Teresita, rápida pero pendiente de todos, se detenía cada tanto para esperarnos.


🏞️ Monte do Gozo: la antesala del cielo

Al llegar a Monte do Gozo, nos desviamos 800 metros del Camino.
Parecía un pequeño desvío… pero fue un acto de fe.

Y entonces, el cielo se rompió.
Una cortina de agua monumental cayó sobre nosotros.
No veíamos Santiago.
No veíamos más allá de un metro.
Pero el corazón veía todo.

Retomamos el Camino empapados, riendo, llorando, abrazando cada gota.
Y de a poco, el sol comenzó a salir.
Tímido al principio. Luego, majestuoso.

Como si el propio cielo quisiera acompañarnos en nuestro tramo final.


🏰 La entrada triunfal a Santiago

Entramos en la ciudad vieja.
Los reuní a todos y dije:
—“De aquí en adelante… disfruten cada paso. No hay prisa. Sólo felicidad.”

Y el sol, como un faro dorado, nos iluminó el camino.

Cada latido era un tambor sagrado.
Cada paso, una oración silenciosa.


🎶 El gaitero, el túnel, y la gloria

A escasos 50 metros de la Plaza del Obradoiro, un gaitero empezó a tocar.
Su música se mezclaba con el aire, con nuestras lágrimas, con nuestros sueños.

Bajamos las escaleras como quien entra a una catedral, a un templo, a un sueño hecho piedra.

Y entonces…
la Plaza del Obradoiro.
La Catedral de Santiago.

La vista se abrió como un milagro.
La basílica nos abrazó.

Nadie habló.
Nadie podía hablar.
Sólo llorábamos de felicidad.


🤍 Abrazos, lágrimas y Compostelas

Me retiré unos metros para verlos.
Para grabar en mi alma el instante en que cada uno de mis compañeros se encontró consigo mismo.

Abrazos.
Lágrimas.
Promesas silenciosas.

Nos llevó un buen rato recomponernos.
Pero no queríamos irnos de la Plaza.
Nunca. Jamás.


Fuimos entonces a la Oficina del Peregrino.
Sellamos nuestros sueños en un papel sagrado:
La Compostela.

Cada uno de nosotros tenía un motivo, una promesa, un pedido.
Pero más allá de todo, habíamos encontrado algo más profundo:

El Camino se había quedado para siempre en nosotros.


📜 Epílogo del alma

El Camino nos enseñó que:

  • No siempre importa la meta, sino el cómo y con quién llegas.
  • Que la lluvia puede lavar la tristeza y bendecir el corazón.
  • Que las despedidas duelen, pero también curan.
  • Que hay abrazos que son eternos.
  • Que los sueños, cuando se caminan… se cumplen.

¿Y ahora qué?

Ahora sabemos que volveremos.
A caminar. A soñar. A buscar nuevos caminos.

Porque Santiago no es un punto final.
Es un nuevo comienzo.

Buen Camino, peregrino.


📍Curiosidades de la Plaza del Obradoiro:

  • La Plaza del Obradoiro es el corazón de Santiago de Compostela.
  • La Catedral alberga la tumba del Apóstol Santiago.
  • Es tradición abrazar la estatua del Apóstol tras completar el Camino.
  • Desde el siglo IX, peregrinos de todo el mundo llegan aquí movidos por fe, promesas o búsqueda personal.
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