La llegada soñada a Santiago de Compostela
🌌 La última noche, la más serena
La noche en Pedrouzo fue distinta a todas las anteriores.
Una calma mágica envolvĂa el albergue.
Cada uno se levantĂł a su ritmo, sin apuros, como si el corazĂłn supiera que el dĂa no podĂa comenzar corriendo.
Olga, nuestra compañera de ruta, fue la primera en partir.
Se despidiĂł uno a uno, con abrazos que dolĂan de tan hermosos.
QuerĂa hacer el Ăşltimo tramo en soledad.
La respetamos.
El Camino también es eso: saber cuándo caminar acompañado, y cuándo volar solo.

🌿 La mañana nos recibe llorando
La lluvia fue la primera en saludarnos.
Pero ya no era enemiga: era cĂłmplice.
Salimos equipados, avanzando por los senderos verdes de Galicia, bajo una lluvia tenue que parecĂa llorar junto a nosotros.
AlegrĂa y tristeza caminaban de la mano.
Cada paso era un agradecimiento. Cada suspiro, una plegaria.
No habĂa cansancio.
No habĂa apuro.
HabĂa gratitud. Pura y absoluta.
🌧️ Lluvia que lava el alma
A medida que avanzábamos, el silencio se hacĂa más profundo.
Cada uno de nosotros se refugiaba en su propio corazĂłn.
Vi lágrimas.
Vi sonrisas bañadas por la lluvia.
Vi a Almudena, detenida en medio del camino, con los brazos abiertos, mirando al cielo, abrazando la vida.
Sergio, nuestro Párroco, caminaba en silencio, siempre paciente, siempre protegiendo con su sola presencia.
Manuela, firme, serena, como si la lluvia la fortaleciera.
Teresita, rápida pero pendiente de todos, se detenĂa cada tanto para esperarnos.

🏞️ Monte do Gozo: la antesala del cielo
Al llegar a Monte do Gozo, nos desviamos 800 metros del Camino.
ParecĂa un pequeño desvĂo… pero fue un acto de fe.
Y entonces, el cielo se rompiĂł.
Una cortina de agua monumental cayĂł sobre nosotros.
No veĂamos Santiago.
No veĂamos más allá de un metro.
Pero el corazĂłn veĂa todo.
Retomamos el Camino empapados, riendo, llorando, abrazando cada gota.
Y de a poco, el sol comenzĂł a salir.
TĂmido al principio. Luego, majestuoso.
Como si el propio cielo quisiera acompañarnos en nuestro tramo final.

🏰 La entrada triunfal a Santiago
Entramos en la ciudad vieja.
Los reunĂ a todos y dije:
—“De aquĂ en adelante… disfruten cada paso. No hay prisa. SĂłlo felicidad.”
Y el sol, como un faro dorado, nos iluminĂł el camino.
Cada latido era un tambor sagrado.
Cada paso, una oraciĂłn silenciosa.
🎶 El gaitero, el túnel, y la gloria
A escasos 50 metros de la Plaza del Obradoiro, un gaitero empezĂł a tocar.
Su música se mezclaba con el aire, con nuestras lágrimas, con nuestros sueños.
Bajamos las escaleras como quien entra a una catedral, a un templo, a un sueño hecho piedra.
Y entonces…
la Plaza del Obradoiro.
La Catedral de Santiago.
La vista se abriĂł como un milagro.
La basĂlica nos abrazĂł.
Nadie hablĂł.
Nadie podĂa hablar.
Sólo llorábamos de felicidad.
🤍 Abrazos, lágrimas y Compostelas
Me retiré unos metros para verlos.
Para grabar en mi alma el instante en que cada uno de mis compañeros se encontró consigo mismo.
Abrazos.
Lágrimas.
Promesas silenciosas.
Nos llevĂł un buen rato recomponernos.
Pero no querĂamos irnos de la Plaza.
Nunca. Jamás.

Fuimos entonces a la Oficina del Peregrino.
Sellamos nuestros sueños en un papel sagrado:
La Compostela.
Cada uno de nosotros tenĂa un motivo, una promesa, un pedido.
Pero más allá de todo, habĂamos encontrado algo más profundo:
El Camino se habĂa quedado para siempre en nosotros.
📜 EpĂlogo del alma
El Camino nos enseñó que:
- No siempre importa la meta, sino el cómo y con quién llegas.
- Que la lluvia puede lavar la tristeza y bendecir el corazĂłn.
- Que las despedidas duelen, pero también curan.
- Que hay abrazos que son eternos.
- Que los sueños, cuando se caminan… se cumplen.
¿Y ahora qué?
Ahora sabemos que volveremos.
A caminar. A soñar. A buscar nuevos caminos.
Porque Santiago no es un punto final.
Es un nuevo comienzo.
Buen Camino, peregrino.
📍Curiosidades de la Plaza del Obradoiro:
- La Plaza del Obradoiro es el corazĂłn de Santiago de Compostela.
- La Catedral alberga la tumba del ApĂłstol Santiago.
- Es tradiciĂłn abrazar la estatua del ApĂłstol tras completar el Camino.
- Desde el siglo IX, peregrinos de todo el mundo llegan aquĂ movidos por fe, promesas o bĂşsqueda personal.
