Romances secretos, deseos en equilibrio y el pulpo gallego que no fue
🌌 La noche y su misterio
Nuestra tercera noche en el Camino no fue menos especial que las anteriores.
Ya cuando el silencio reinaba en el albergue y todos, incluido nuestro nuevo compañero de habitación, dormían plácidamente, decidí salir a tomar un poco de aire.
La calle estaba desierta. El sonido de unas gotas suaves sobre el tejado de la iglesia al lado del hotel era la única melodía. Caminé por los mismos pasos que habíamos dado unas horas antes. Sentí un nudo en la garganta. El Camino, en la noche, parecía dormir… como si cuidara de cada peregrino.

Y justo cuando volvía, una silueta emergió de la niebla.
Manos en los bolsillos, sonrisa escondida…
Era «Pelirosa», aquel enigmático muchacho que había llamado la atención de una de nuestras compañeras (a quien, para mantener el misterio, bautizaremos como Dulcinea).
Tras un saludo cómplice, Pelirosa me pidió su número. Yo me negué, pero le propuse un juego:
—»Escríbelo en un papel, junto con unas palabras. Mañana le entregaré tu mensaje a Dulcinea, y será ella quien decida.»
El pacto quedó sellado.
🌅 Un amanecer con sorpresas
A las 7:00 h estábamos todos listos.
Cuando llegó Dulcinea, le conté lo ocurrido. Al principio no lo creía… hasta que le mostré el papel.
Una sonrisa le escapó del alma. Me quitó el papel de las manos con una mezcla de emoción y nervios.
Y como dice la leyenda… “lo que pasa en el Camino, queda en el Camino”.
Pero la mañana guardaba más regalos.
El Párroco (Sergio), en voz baja, dijo:
—»He pasado por un lugar y me acordé de ustedes.»
Y nos entregó a cada uno un llavero con el símbolo del Camino.
El momento fue puro. Abrazos, emoción, agradecimiento.
Salimos rumbo al desayuno en procesión, mirando nuestros llaveros como si fueran tesoros sagrados.

🌧️ El tramo corto… y mágico
Este tramo, aunque corto, es uno de los más bonitos. Galicia amaneció húmeda, verde y viva.
Íbamos equipados desde el inicio, sabiendo que la lluvia podía aparecer en cualquier momento.
La Rectora (Almudena) caminaba con mirada elevada, respirando profundo, emocionada por la belleza que la rodeaba.
La Organizadora (Raquel) iba en silencio, observando cada detalle.
La Chef Michelin (Manuela) sonreía como si el sendero la alimentara más que cualquier plato.
Teresita y Olga charlaban animadamente.
Yo supe entonces que estábamos en sintonía con el Camino.
Alguien se acercó para decirme que el Buen Samaritano había seguido solo. Me limité a desearle buen camino… en voz alta, al viento.

🌉 Llegada a Melide
El camino estaba lleno de charcos, barro y musgo. En más de una ocasión, caminamos en fila india para evitar hundirnos.
Pero cerca del mediodía, el puente romano de Melide nos dio la bienvenida.
Nos detuvimos para la foto. No podía faltar.
Una vez dentro del pueblo, un grito interrumpió nuestra entrada triunfal:
—“¡Tú, el del sombrero! ¡Ven a probar el mejor pulpo de España!”
Era el cocinero de una de las pulperías más conocidas de Melide, invitándonos a cenar. Aceptamos.
🏨 El pueblo de los deseos
Ya en el albergue, nos entregaron una tarjeta magnética para acceder a nuestras habitaciones.
Luego de una ducha reparadora, salimos a explorar Melide.
Frente a la iglesia, las campanas comenzaron a sonar.
Un vecino había fallecido, y el pueblo entero se preparaba para despedirlo.
En silencio, nos alejamos respetuosamente. Sabíamos que ese no era nuestro momento.
Algunos decidimos comer algo en el bar del hotel. Allí descubrimos algo inesperado:
una pared repleta de pequeñas monedas, sostenidas en equilibrio.
—»¿Qué significa esto?» —pregunté a Lara, la recepcionista.
—“Los peregrinos dejan una moneda y piden un deseo”, respondió.
El Párroco se me acercó y dijo:
—“Gerardo, pon una moneda por todos nosotros. Pide un deseo.”
Sentí el peso de esa responsabilidad. No era un euro… era un símbolo.
Coloqué la moneda. Cerré los ojos. Y pedí.

⛪ Misa, emoción y pulpo
A las 19:00 h las campanas nos llamaron a misa.
Como en cada pueblo, la ceremonia tuvo su sello único.
La homilía, los cantos, la energía.
El Camino espiritual también se camina.
Tras el sello en nuestra credencial, fuimos a la pulpería.
🐙 El sabor de la decepción
El lugar era enorme: 120 personas. Nos sentamos con mucha ilusión.
El camarero, sin ganas, sin empatía, sin sonrisa.
Hicimos el pedido, pero la magia no estaba.
Ni sobremesa, ni postre, ni café.
Mientras comíamos, apareció Ana, nuestra amiga argentina. Y también el batallón de Ferli, siempre felices.
Al salir, me crucé con el cocinero que nos había invitado. Le conté lo sucedido.
No se sorprendió. Se disculpó.
Nos prometió una nueva experiencia para otra ocasión.
Apretón de manos. Y fin del mal rato.
🌙 Cierre de jornada
Volvimos al hotel en silencio. Nadie dijo mucho.
Todos entendimos algo muy importante:
El Camino es como la vida: no todo es perfecto, pero cada paso, incluso el más incómodo, tiene su enseñanza.
Esa noche, al llegar al hotel, nos saludamos con un “hasta mañana”.
Yo me quedé en la puerta, mirando las luces del pueblo…
Pero eso, ya es otra historia.

📍Curiosidades de Melide (según la guía del mayorista):
- Famosa por su pulpo a la gallega, servido en tradicionales pulperías.
- Cruce clave de rutas jacobeas: el Camino Primitivo se une al Camino Francés.
- Destaca por su puente romano y su iglesia parroquial, San Pedro.
- Tiene tradición artesana, especialmente en cuero y madera.