Capítulo 4: Portomarín a Palas de Rei

Lluvia, templarios, un samaritano y la mejor pizza de Galicia

🛏️ Una segunda noche con alma de peregrino

La segunda noche en el Camino nos encontró más tranquilos, con el cuerpo agotado pero el corazón en paz. El estrés del inicio y la extrañeza de dormir en literas junto a desconocidos empezaban a ser parte de una nueva normalidad.

A las 7:30 h ya estábamos en pie, listos para desayunar en el único bar abierto en el centro de Portomarín. Uno a uno fuimos llegando, con esa sonrisa de reencuentro que ya se volvía un ritual diario.

—“¿Cuánto caminamos hoy?” —preguntaron varios.
Yo (el Guía Espiritual, Gerardo), evité dar una cifra exacta. No quería desmotivar al grupo. Este tramo era largo… y duro.


🚶‍♂️ Una jornada difícil pero inolvidable

El camino de Portomarín a Palas de Rei es exigente. Por momentos se camina junto a la carretera, las cuestas son desafiantes y el paisaje no siempre regala postales. Pero el sueño del Camino hacía que cada metro valiera la pena.

A los pocos minutos de comenzar, volvimos a encontrarnos con Ferli y su tropa de niños.
—“¿Siguen en camino?” —pregunté, medio sorprendido.
—“¡Por supuesto, hasta el final!” —respondió ella con una sonrisa.

Los niños me reconocieron y se lanzaron a saludar. Fue un momento tierno y divertido.

En el cruce de caminos tras el puente, Ferli me preguntó por cuál ruta seguir.
—“Siempre por el camino histórico,” —contesté con firmeza.
Nos despedimos entre sonrisas, mientras el barullo infantil se alejaba lentamente.


🌧️ Galicia nos pone a prueba

Nos adentramos en la vegetación espesa de Galicia. El canto de los pájaros y el silencio del bosque nos envolvían como un susurro sagrado. Cada uno caminaba en introspección, como en una procesión personal.

Y entonces…
¡La lluvia!

Entró en escena sin previo aviso. La improvisación fue cómica. Cada uno sacó su equipo de agua al mejor estilo «superhéroes peregrinos». Nos bautizamos con apodos por lo graciosos que nos veíamos.

Y, como si Galicia nos estuviera gastando una broma… la lluvia paró en cuanto estuvimos listos.
Un peregrino con acento gallego murmuró al pasar:
—“¡Bienvenidos a Galicia!”

Las risas no tardaron. Seguimos caminando con la piel húmeda y el alma viva.


⛪ La ermita templaria de Ventas de Narón

Llegamos a Ventas de Narón, una pequeña aldea con una joya oculta: la Capela da Magdalena.

Allí conocimos a Eladio, el guardián del sello templario, un hombre no vidente con un humor especial.
Nos pidió que colocáramos el pasaporte sobre la mesa y que le diéramos la mano para estampar el sello.

Todo era calidez… hasta que alguien intentó agarrar el sello directamente.
—“¡Eso no se hace!” —dijo Eladio mientras recuperaba su “visión”.
Todos estallamos en carcajadas. Eladio era único.

La fila era larga, y mientras esperábamos, conocimos a peregrinos de todo el mundo. Historias cruzadas, anécdotas emocionantes, acentos diversos. Un verdadero crisol de humanidad.


📌 El Camino también tiene normas

Raquel, la Sra. Organización, no dejó pasar el detalle:
—“¡No olviden tener dos sellos por día para conseguir la Compostela!”

Y si alguien se lo tomó en serio fue el Párroco (Sergio), quien llenó tanto su credencial que al final del Camino no le quedaba ni un hueco para sellar.


🛏️ La llegada a Palas de Rei

Tras casi 25 kilómetros bajo lluvia intermitente, llegamos a Palas. Yo, el último en llegar, me acerqué al albergue para realizar el check-in.

Allí, sentado en la entrada, un joven con rostro cansado y ojos vidriosos llamaba la atención. No le di importancia… hasta que dos de nuestras compañeras me dijeron:
—“No tiene dónde dormir. Tenemos una cama libre, ¿qué hacemos?”

Nos miramos. Dudé por un segundo, pero lo comprendí: era nuestra obra buena del día.
—“Ocupen sus camas. Yo hablaré con él.”

Me senté a su lado, escuché su historia (que no contaré por respeto) y logré que el conserje lo alojara.


🍕 El dilema: ¿Dónde cenamos?

La ciudad estaba a tope por Semana Santa. No había sitio en casi ningún restaurante.

Entonces lancé una pregunta clave a una dependienta de supermercado:
—“¿Dónde comen los parroquianos de Palas?”
—“¿Qué quieren comer?”
—“Pizza.”
—“Vayan con José, les hará la mejor pizza de Galicia.”

Pero antes… teníamos que ir a misa.


🙏 La misa del peregrino, en todos los idiomas

A las 19:00 h estábamos todos listos.
Entramos a la iglesia de Palas de Rei, y lo que vivimos allí fue mágico. El sacerdote comenzó preguntando de dónde veníamos, y fue saludando en el idioma de cada país:
México, Corea, Colombia, EE.UU., Japón, Francia, Gran Bretaña… y sí, también Argentina y España.

Nos quedamos maravillados. La calidez del sacerdote, su empatía, su humor… hicieron de esa misa una de las más memorables.

Recibimos la bendición del peregrino. Y por supuesto, un nuevo sello para nuestra credencial.


🍽️ Pizza, una argentina y a dormir

En la pizzería de José, mientras esperábamos mesa, conocí a Ana, una argentina de Mar del Plata. Al escucharme hablar, me saludó. Intercambiamos risas y buenos deseos.

Luego, nos sentamos todos. Las pizzas llegaron rápido y eran deliciosas.
Fue el final perfecto para una jornada inolvidable.

Ya de regreso en el albergue, cada uno encontró su litera, su mochila, su silencio…
Y nos fuimos a dormir sabiendo que el Camino, una vez más, nos había transformado.


📍 Curiosidades de Palas de Rei (según la guía del mayorista):

  • Palas de Rei significa “Palacio del Rey”, y se asocia a visigodos y reyes gallegos.
  • Es uno de los pueblos más importantes del tramo final del Camino Francés.
  • Tiene varias iglesias románicas y una fuerte tradición jacobea.
  • Su entorno está lleno de aldeas y pequeños castros de origen celta.
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