La Reserva
Pero la reserva no siempre estuvo ahí, en ese espacio al sur de la ciudad, delimitado al este por el río, al oeste por la avenida Intendente Hernán M. Giralt y la avenida Achával Rodríguez, al sur por la Ciudad Deportiva de Boca Juniors y al norte por el malecón de Puerto Nuevo. Conocer su historia es conocer una de las formas en que la naturaleza y la ciudad pueden convivir.
Antes, entre 1918 y 1950, en la Costanera Sur funcionó el Balneario Municipal. Allí iban los habitantes de Buenos Aires a disfrutar de un día junto al Río de la Plata; se bañaban en las aguas o disfrutaban de una cerveza en La Munich, la cervecería más importante del paseo de la costanera. Pero cuando el deterioro de las aguas empeoró, los porteños fueron dejando atrás este paseo.
A partir de 1978, comenzaron a volcarse escombros en la zona de la costa rioplatense, lo que provocó un gran deterioro ambiental. El gobierno local de aquel entonces quería ganarle terreno al río para luego construir allí el Centro Administrativo de la Ciudad. Este proyecto fue abandonado en 1984, dejando una gran cantidad de escombros donde antes los bañistas disfrutaban las tardes.
Fue en ese momento en el que la naturaleza comenzó a avanzar: entre aguas contaminadas y restos de cemento y ladrillos, la vegetación silvestre supo abrirse paso hasta llegar a cubrir el relleno. Las inundaciones (frecuentes en el área) y el arribo de camalotales ayudaron a que la naturaleza conformase distintos ambientes. Éstos supieron ser aprovechados por distintas organizaciones ambientalistas que, a partir de 1985, desarrollaron allí distintas actividades con fines educativos.
Estas organizaciones tendrían un rol fundamental en la conformación de la Reserva. Fueron las fundaciones Vida Silvestre Argentina, Aves Argentinas y Amigos de la Tierra las que, en 1986, propusieron a la Municipalidad de Buenos Aires la creación de la Reserva Ecológica. El 5 de junio de ese mismo año, a través de la ordenanza 41.247/88, las autoridades declararon a esta zona Parque Natural y Zona de Reserva Ecológica y, tres años más tarde, la declararon Área de Reserva Ecológica.
Pero este no fue el último reconocimiento institucional para este espacio verde. En 1994, la entonces Secretaría de Turismo de la Nación declaró “de Interés Nacional” a la Reserva y, ese mismo año, la Municipalidad de Buenos Aires la declaró “de Interés Turístico Municipal”. A los reconocimientos nacionales, se sumarían los internacionales: en el año 2005, la Convención Ramsar, dedicada a la conservación de humedales en el mundo, le daba el título de “Sitio Ramsar” y la BirdLife International, junto con Aves Argentinas, el de “Área de Importancia para la Conservación de las Aves”(AICA).
Hoy en día, desde la Reserva Ecológica Costanera Sur se trabaja para la conservación y la preservación de este espacio que es el hogar de aves, mamíferos, insectos y plantas y que es también el lugar que tienen los porteños para hacer ejercicio, disfrutar de un paseo en bici o, simplemente, unos mates frente al río.
Flora
Veinte minutos arriba de un colectivo pueden ser suficientes para cambiar el paisaje. Llegando a la costanera, bordeando el Río de la Plata, las torres de departamentos y los edificios de bancos van quedando atrás. Al entrar en la Reserva Ecológica Costanera Sur, estos gigantes de cemento y hormigón se transforman en una postal lejana.
El paisaje es muy distinto ahora. Las cortaderas se extienden a lo largo de gran parte de las 350 hectáreas de la Reserva, con sus plumerillos en alto; los sauces criollos y los alisos de río conforman sistemas de bosques; los ceibos crecen a la orilla del río, en compañía de totoras y juncos. Ya no hay calles, sino senderos que se extienden en distintas direcciones, abriéndose camino entre los distintos ambientes naturales de la Reserva.
Así, junto con 575 especies de plantas y 42 especies de hongos, se constituye la belleza agreste de la Reserva, continuando el paisaje característico de la rivera del Río de la Plata y albergando una gran variedad de vida animal.
Fauna
La gran diversidad de la avifauna de la Reserva atrae a numerosos entusiastas de la ornitología, quienes aprovechan las salidas de avistaje de aves (organizadas los segundos viernes de cada mes) para conocer los distintos ejemplares.
Más allá de los senderos, escondidas entre la vegetación, unas 307 especies de aves construyen sus nidos. Están aquellas más pequeñas y discretas, como el benteveo, el chingolo y el barillero; otras, más grandes e imponentes, como el carancho, el chimango, el chajá y el gavilán. Entre las más graciosas y elegantes, aparecen los carpinteros, los cutiris y los cisnes.
Los roedores como el coipo, el cuis y el ratón se refugian entre las marañas de raíces. De vez en cuando, se los escucha escabullirse entre las cortaderas e, incluso, se los puede ver atravesar a toda velocidad el sendero, escondiéndose de nosotros o de alguno de los gatos que también viven en la Reserva. Junto a los felinos y roedores, también están las especies que resultan más exóticas para los habitantes de la gran ciudad: la zarigüeya, el murciélago y hasta el lobo marino peletero, forman parte de las 18 especies de mamíferos que habitan en este espacio.
También hay reptiles; 28 son las especies que se calcula habitan en la Reserva. Tortugas de laguna, tortugas de cuello largo y tortugas pintadas se desplazan lentamente entre los juncos, aunque también hay lagartos y víboras.
Por supuesto, peces y anfibios encuentran su lugar en las lagunas y bañados próximos al Río de la Plata. Son 22 las especies de peces, que van desde la mojarra hasta el dorado y 12 las especies de anfibios, con distintos tipos de ranas y sapos. Pero donde hay mayor variedad es en las 644 especies de artrópodos que pasan desapercibidos para gran parte de los visitantes.
Ambientes
Allá por 1978, ingenieros y arquitectos se debatían sobre materiales y estructuras para construir el Centro Administrativo de la Ciudad. Pocos se imaginaban que los escombros que arrojaron sobre el río para iniciar la obra, terminarían por convertirse en la base de los ambientes que hoy se desarrollan en la Reserva.
Abandonado aquel proyecto de urbanización en 1984, fueron llegando semillas de numerosas especies, transportadas, en forma natural, por el río, el viento o los animales. Muchas de ellas eran características de ambientes de la ribera rioplatense; otras, eran de especies exóticas que venían de los ejemplares que crecían al costado de las calles y dentro de las plazas y jardines.
Así fue como se fueron conformando los distintos ambientes que hoy integran la Reserva Ecológica Costanera Sur. Cada uno es la casa de distintas especies de animales y plantas; cada uno tiene su propia belleza.