Capítulo Final: Hasta luego, Santiago de Compostela

Una despedida, un mar enojado… y una promesa de regreso

🌌 La Compostela en mano… pero el corazón aún caminando

Nuestra aventura en el Camino había culminado.
Teníamos nuestra Compostela.
Teníamos la felicidad estampada en nuestros rostros.
Pero faltaba algo más… un cierre a la altura de un viaje que ya había cambiado nuestras vidas.

Esa noche, nos propusimos hacer lo que mejor sabíamos: compartir una mesa, risas y memorias.


🥘 Galicia nos invita a su mesa

Elegimos un restaurante típico gallego. Esta vez no fallamos:
platos abundantes, trato excelente, sonrisas sinceras.

Comimos mariscos, empanadas, carnes… y con cada bocado, sentíamos que Galicia nos abrazaba una vez más.

Pero como en todo buen grupo peregrino… nuestra Sra. Organización, Raquel, tenía una sorpresa.

Sacó una carpeta (¡sí, una carpeta!) perfectamente seca, a pesar del diluvio que había caído en Santiago, y nos mostró todas las propuestas para disfrutar de nuestra estancia.

El asombro fue unánime.
Raquel, contra viento y marea —literalmente—, tenía todo planeado.


🌦️ Dos caminos tras el Camino

Decidimos dividirnos:

  • Raquel y Manuela eligieron un Free Tour por Santiago, descubriendo sus secretos, iglesias y claustros, bajo el manto de paraguas que hacía aún más mágico el paseo.
  • Almudena, Teresita, Sergio y yo optamos por un tour hacia el fin del mundo: Finisterre y Muxía.

Dos caminos. Dos aventuras paralelas.


🚍 Rumbo al fin del mundo

A la mañana siguiente, con paraguas y mochilas livianas, subimos al bus.

Sergio, siempre observador, elegía la mejor ventana.
Teresita, divertida, apostaba por el lado contrario.
Almudena, sonriendo, cedía su sitio para que compartiera asiento.

La guía, con una voz que acariciaba el alma, nos relataba historias de Galicia, leyendas de mar y viento.


🏴‍☠️ Faro de Finisterre: donde termina la tierra

Al llegar a Finisterre, la tormenta nos recibió como un desafío épico.
El viento y la lluvia parecían querer detenernos.

Pero la naturaleza, generosa, nos dio una tregua para que pisáramos aquel suelo mítico.
Nos hicimos las fotos de rigor, recorrimos el faro… y sentimos que, aunque la tierra terminaba allí, nuestros sueños seguían navegando.


🍔 Una hamburguesa en el fin del mundo

Después, una casualidad perfecta:
Una tienda de recuerdos, una dependienta polaca, una pista…
Un uruguayo había abierto una hamburguesería hacía apenas dos días.

Fuimos.
Y allí, entre anécdotas, historias de vida y acentos rioplatenses, comimos las mejores hamburguesas que habíamos probado en años.

Almudena sonreía sin parar.
Yo también.

Era como si el Camino nos estuviera diciendo:
“Aún quedan sorpresas. Aún queda magia.”


🌊 Muxía: la furia y la belleza del océano

Muxía nos esperaba con su bravura ancestral.
La lluvia era apocalíptica.
Muchos no bajaron del bus.

Pero yo… no podía dejar pasar la oportunidad.

Con la ropa empapada, el rostro bañado en sal y lluvia, sentí al océano hablarme en su idioma de espuma y viento.
Nunca olvidaré esa escena.
Nunca.


🌉 Puente de A Maceira: el broche de oro

La última parada fue un lugar que parecía arrancado de un cuento de hadas:
El Puente de A Maceira, un paraje de ríos, cascadas, castillos…

Allí, entendimos todos que el Camino estaba terminando de verdad.
Con sonrisas y lágrimas, nos despedimos del lugar, como quien cierra un libro que no quiere terminar.


🚂 De regreso… con promesas

En la estación de Renfe, volvimos a encontrarnos con el resto de nuestros compañeros de ruta.

Las mochilas pesaban menos.
Los corazones, mucho más.

Subimos al tren.
Casi sin despedidas.
Casi sin darnos cuenta.

Pero algo quedó pendiente.

Raquel, siempre atenta a los detalles, lo pidió:
“Nos falta algo para cerrar este viaje como se merece…”


💭 ¿Y ahora?

¿Cuál será el mejor cierre para esta aventura?
¿Volver a Santiago para hacer ese último homenaje?
¿Sellar el viaje con una promesa, un abrazo, o una nueva Compostela?

Quizás no haya un solo final.
Quizás el mejor cierre sea seguir soñando con volver.

Porque, si algo aprendimos en este Camino, es que Santiago siempre nos estará esperando.

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